Cómo te contaba hace un ratito por teléfono, ayer, mi amiga Maite (de la cual te hablé en repetidas ocasiones) y yo mantuvimos una conversación muy interesante sobre museología, museografía y sobre el proyecto.
Ella está muy puesta desde hace unos años en esas cuestiones. Ahora mismo está cursando un máster en museología por la Universidad de Murcia; presenta su tesina a mediados de mes.
Espero poder presentártela pronto, a ella y también, a Arnaud, su marido.
Acabo de invitar a Maite como lectora del blog con el propósito de nos pueda ayudar a detectar cosas que se nos hayan podido pasar.
De nuestra charla salieron varios temas interesantes:
- la demanda latente actualmente en muchos lugares de este tipo de exposiciones
- el uso cada vez más frecuente de recursos tecnológicos como la realidad aumentada, los códigos QR, las tablets y smartphones...
- la toma en cuenta de visitantes como los discapacitados, los daltónicos, los niños...
- las metodologías de desarrollo basadas en encuestas
- lo adelantado que están los anglosajones y lo yanquis en particular
- los dinerales que se gastan en exposiciones que suscitan escaso interés
- la importancia de la partida presupuestaria destinada a la construcción y de la partida de contingencia (imprevistos).
Luego, la charla con Maite me hizo pensar en varias cosas:
- la necesidad de cerrar formalmente con la Farinera un trato sobre la explotación del merchandising de la expo como compensación por la 'ruina' de nuestros honorarios.
- la necesidad de patentar de alguna manera nuestro concepto expositivo.
- el equilibrio que debemos lograr entre los contenidos visuales y textuales para no abrumar a nuestro visitante desde el primer momento.
- reducir la carga de textos compensándola con recursos gráficos 'auto-explicativos' y 'universales' al no necesitar traducción (ej.: el mapa topográfico y la brújula, los anzuelos, plomos, tapones y el hilo de pescar, etc.).
Amen
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